sábado, 13 de marzo de 2010

Elección del Doctor

Decidí buscar primero dentro de las opciones ofrecidas por la medicina prepagada, pero como la verdad todos los nombres de las guías médicas se atienen al carisma que logre generar una combinación entre sonoridad, ubicación, para algunos apellido extranjero y para todos disponibilidad de agenda, elegí a un señor que tenía la doble condición de ser otorrino y plástico (que para mí era vital) y que además se hubiera tomado el tiempo de armar una página de internet con explicación de procedimientos y fotos antes/después.  Es lo mínimo con lo que un egresado de la facultad de medicina debería  contar.  Paralelamente, recibí  varias recomendaciones independientes  de varios ex - pacientes, sobre un otorrino/cirujano plástico que obvio no era de ninguna prepagada y por ende ‘cash only’. Buen cash.

Total que fui primero donde el famoso.  A ver que era la vaina. Le expliqué mi caso, mi golpe, mi cariño por una nariz grande, el miedo a ser operada, mi temor a quedar con una nariz de reina de belleza, etc. etc. El doctor me mostró los resultados de varias cirugías, de hecho reconocí amigos y conocidos entre sus pacientes (confidencialidad, qué gran concepto), y finalmente me despidió escribiendo en un papel la cifra que cobraba por honorarios,  tras decirme que yo era la paciente más complicada que había tenido (¡!!). ¡!!!! Por la cifra y por tildarme de complicada. ¡!!!!

Decidí probar también con el médico de la prepagada, quien más amable, me mostró también fotos de sus pacientes, me habló de una incapacidad rotativa de la que podría hacer uso a mi antojo, me dio unos documentos para presentar ante la compañía de salud prepagada y me habló de una cifra mucho más razonable para corregirme el tema cosmético, pues del costo de la parte funcional se encargaría en su completitud la prepagada.  Salí mucho más contenta, pues la palabra ‘complicada’ jamás salió en la conversación, y decidí en este momento operarme con este señor, pues al final un cirujano es un cirujano, el costo era significativamente menor, y obtendría la incapacidad que mi caso necesitase.

Pasaron los días y continué recibiendo mensajes de amigos y ex - operados sobre la importancia de un buen médico, sobre fulanita a quien la nariz le quedó horrible, sobre sutanita que le pasó lo mismo, sobre menganita que en cambio,  escogió un doctor excelente y quedó divinamente operada.  La verdad, viendo de primera mano los pacientes del primer doctor, y oyendo lo bien que hablaban de él y realmente coincidiendo con ellos en la importancia de no ponerle la cara a cualquier  galeno, por no decir gato, me decidí por el médico ‘famoso’.

Volví a su consulta, esta vez el hombre, mucho más amable, me dedicó otras tres horas durante las cuales vimos juntos narices de famosas operadas gracias a google, el hombre se tomó el trabajo de explicarme exactamente qué se había hecho quien, volvimos a ver mis fotos, y acordamos una nariz que eliminaba la giba y las características indeseadas de mi nariz, pero que a la vez la corregía y a él como profesional de la salud, lo dejaba tranquilo sobre el trabajo que iba a realizar. Porque ante varias de mis propuestas de corrección de nariz el hombre directamente me dijo que él no hacía ‘eso’, que mejor buscara otro doctor, que el honestamente no se iba a prestar para semejantes cirugías que me iban a dejar como un verdadero esperpento. Le salía yo a deber…
Por fin, acordamos la fecha, con cita en el anestesiólogo tres días antes.  ‘Pisé’ la sala de cirugía con un pago moderado pero importante, de manera que más reversa tendría un burro. Mi operación de nariz sería una realidad, y volvería a respirar como dios manda.

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